Corrí como me lo
permitieron mis flácidas piernas, jadee unos segundo y seguí corriendo, si tenía
suerte, que últimamente no me acompañaba mucho, podría encontrarla, verla de
nuevo. Irrumpí en la taberna todo sudado y a gritos:
-¡Disculpen ¡
No podía más, podría
haber caído de bruces si no me hubiera cogido aquel amable anciano.
-Tranquilo,
respira chico-me dijo con algo de preocupación, se notaba que eran de pueblo Brusto, a pesar de su edad su fuerza doblaba sin problemas la mía.
-He oído…-Proseguí
con algo de dificultad- Que hubo una mujer muy bella que galopaba a caballo,
hace apenas una noche.
-¡I tan bella ¡-dijo
un hombre desde el fondo- Jamás había vista semejante cabello por estas
tierras, parecían las mismísimas llamas del infierno ¡-Exclamo
-No sé quién era
esa muchacha tan bonita, pero evito una desgracia, dios la tenga en su gloria-
Le interrumpió una camarera de arduas facciones.
Yo iba algo perdido y no sabía bien que apuntar, por donde cogerla historia y el anciano
canoso que me había cogido como vulgar princesa me señalo la barra y añadió:
-Brâdon estuvo
aquella noche, el podrá contarte lo ocurrido.
-Nadie
la oyó llegar…- comenzó a reatar el hombre- a pesar del estruendoso ruido que
preparaban los casco del caballo nadie la vio venir hasta que el animal se erguió
ante el coronel y este callo de bruces, medio asustado medio sorprendido, a
contra luces a penas podíamos ver una mujer tan hermosa y jovial como la misma
diosa que protege los siete mares, y con unas facciones tan serias y duras que parecía
hija del mismo diablo.
*De
poblado en poblado iba recorriendo tierras lejas, sin quedarse en ninguna dos
lunas seguidas. Aparecía como el trueno, y desaparecía sigilosa con las sombras
de la noche. Así era ella, no podías evitar enamorarte, era tan imposible
olvidarla como verla dos veces.- Añadí a su relato.*
Lo
que iba diciendo-Carraspeo un poco y siguió relatándome lo ocurrido la pasada
noche- El coronel iba a levantarse, pero está, apuntándole con un arma para mi
desconocida le dijo-No te levantes o será la última vez-
-Pero
explícale el porqué de ese encuentro-Añadió una muchacha de dorados cabellos,
tal largos, que iba dejando un rastro tras suyo.
-Yo
me enamoré del hombre equivocado, amo a un pobre vendedor de flores. No es correcto
porque soy una señorita-susurró entre lágrimas, y con ojos de suplica siguió-
pero es el hombre que mi corazón escogió y eso nadie puede evitarlo, lo amo con
todas mis fuerzas-Exclamo. Mi padre, el coronel, me había buscado un pretendiente
y sin comerlo ni beberlo tenía que casarme con un duque que me doblaba la edad,
asique…-se secó un poco las lágrimas y se sentó a mi vera mirando al frente pero
sin ver nada en concreto- planee un encuentro, sabía que eso supondría nuestro
fin, pero lo hice igualmente, fui a ver a mi amor por última vez y cuando mi
esposo apareció nos vio en la cama, yo sabía que vendría, sabía
lo que vería y para mi suerte decidió irse, pero…es culpa mía…pero al enterarse
mi padre nos buscó por cielo y tierra para matarnos a ambos, antes de que
apareciera aquella mujer, el coronel había golpeado muy fuerte al muchacho y estaba
tendido en el suelo, yo no podía hacer nada, creía que lo mataría, creía que todo
se acaba ahí..
-Entonces-retomo
su palabra Brâton- el coronel iba dar su último golpe, iba sin duda a matarlo,
y cuando todos estaba centrado en la escena, un caballo negro como la noche- Diablo,
musiste para mi- irrumpió en la escena. El coronel estaba fuera de sí, le echó
en cara que nada tenía que ver con ella, que esos asuntos de honor se resolvían
con la muerte, y ella le dijo, agravando su tono, en forma de amenaza:
-Un
asesino jamás puede tener honor, tú has matado
a muchos inocentes siguiendo las burdas ordenes de la guerra, no te atrevas
a matar a un hombre por amar a su hija,
porque aunque no sea adinerado, puede
darla la felicidad que tú no has sido incapaz de brindarle-Márchate o seras uno más
de mi interminable lista.
-Le
mantuvo la mirada largo rato hasta que este vencido por sus verdades se marchó.
Eso no evito que al llegar a casa la
muchacha las pasara canutas, como suelen decir aquí--se apresuró a añadir.
Pero
salvo dos vidas…pensé yo. Si su lista de muertos es interminable… ¿cómo debe de
ser la lista de todas las personas que ha salvado?, incluyéndome a mí, debe ser infinita…
-He
oído muchas historias de ella-Dijo el anciano tras de mi- Hay mucha gente que le
debe la vida.
Pero
a pie no llegaras muy lejos-insinuó un hombre de difícil reconocimiento bajo
aquella oscura capucha que le cubría por completo el rostro.
-Todos
saben que los caballos Brustos son los más veloces y resistentes de la tierra. Llévate a Medianoche-Hizo unas señas y acercaron un caballo negro como el azabache y
con las patas blancas, era una verdadera bestia, tenía los músculos muy
marcados y se veía nervioso, ansioso como yo de partir.
-Márchate,
o la perderás-me aconsejo aquella muchacha de cabellos dorados.
-Pero-
añadí algo avergonzado-No tengo con que pagarlo.
-Solo
encuéntrala y dale las gracias-dijeron unos cuantos hombre al unísono
Y
partí aquella misma noche, retome mi búsqueda.
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Altas tierras de Skaybrusto |