Recuerdo que todo olía
a miel, ese ambiente era agradable. El aroma a café me ayudaba a engullirme en la
lectura. Recuerdo que alguien me interrumpió, pero no hice mucho caso y seguí mirando
por la venta como si buscara un alma con la que cambiar mi vida.
Y me perdí.
Y comenzó a llover
y no lo note.
Y comenzó a
oscurecer y tampoco lo note. Y me quede solo, ahí sentado pero sin estar.
-Por mucho que lo
pienses nada cambiara, tus problemas no se solucionaran frunciendo el ceño,
porque leer no significa aceptar todo lo que lees, significa razonar todo lo
que lees- Me dijo señalando el libro -Deberías aprender a vivir, no sobrevivir.-
Y me soltó aquella
frase sin sentido alguno, sin venir a cuento, rompiendo el silencio, y sin
decirme nada me lo dijo todo, marcho y me dejo pensando, y de nuevo me quede
solo con un café frió y un libro en las manos. Y me pregunte que esperaba para
cambiar mi vida si de mi dependía y me pregunte porque me creía a una extraña
que no conocía, y de nuevo oscureció sin darme cuenta y regrese a casa con el
lama vacía.
Al día siguiente pedí
un café de nuevo y me senté en la ventana esperando que algo pasara pero no pasó
nada.
Recuerdo que mire
al frente pero ya no estaba, tan solo quedaba un asiento frió en un local vacío.
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