Aquel lugar era mágico. Sin duda alguna había encontrado el
paraíso entre tanta destrucción.
Seguí a grandes saltos el camino que me
mostraban aquellos nenúfares, pasé de un cielo grisáceo a uno con tantos
colores que no sabría distinguir ninguno en concreto. Llegó un momento que
aquel lugar me trasmitió tal alegría, que sin darme cuenta, inicié un baile al
son de la música que se escapaba con cada uno de mis pasos, como un teclado con
melodías diversas, todo era tan misterioso como irreal, el ambiente, las luces de
colores vivos, los peces que seguían mi música, aquel camino parecía un sueño.
Después de un largo pero alegre rato, llegamos a la entrada del nuevo mundo,
formada por las bellas hojas de un sauce llorón. Entre las ramas la ninfas me
miraban pícaras, eran tan pequeñas, tan delicadas y melodiosas…. Una vez
traspasada la entrada, la voz de una lejana sirena me embelesó olvidándolo
todo, tenía el cabello rojo como el fuego y tan largo, que flotaba en el agua
mientras se lo peinaba con oro puro en lo alto de una rama, que cruzaba, de
orilla a orilla.
Los nenúfares se dispersaron y el último de ellos me llevó a
un lado del arroyo, me inundé de tranquilidad con tan solo pisar aquellas
tierras, era tan suave la hierba que parecía algodón, tan puro el agua… no pude
evitar que se me escapara una lágrima… La sirena pareció percibirme y asustada
se escabulló en el agua, el silencio que dejó fue aterrador y a la vez plácido,
pues fue sustituido por el titubeo de las ninfas, puras y ágiles… Me
acerqué a aquella rama donde yació sentado aquel ser y me arrimé al agua, y con
un poco de paciencia pude verla de cerca… era preciosa, me miraba desde lo más
profundo, con un rostro de inocencia absoluta, esos ojos esmeralda me obligaron
a zambullirme en el agua y la perseguí hasta las profundidades, donde los
colores comenzaron a desaparecer.
Maravilloso 👏👏👏
ResponderEliminarMuchas grácias, espero que disfrutes leyendo tanto como yo escribiendo. Por alguna razón desconocida no te llego mi respuesta.
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