Indagar

viernes, 23 de junio de 2017

Sin nombre.Sin hogar

Para lo bueno y lo malo todo el poblado acudía a él.
Él era sabio,era amable, y con una sonrisa tan hermosa como las noches sin luna, nunca vistas pero soñadas. Él siempre era sincero, aunque no siempre fuera de agrado la noticia, y a veces, incluso le sorprendían en su llamada aquellos que nunca creyeron necesitar la ayuda de nadie, se postraban y con lágrimas en los ojos le rogaban consejo.
El nunca creyó saber más que nadie, ni se hacía llamar Dios. Tan solo veía desde la calma lo que los ojos llorosos impedían comprender a los más desesperados. Él siempre decía que la verdadera magia era la que no se mostraba, la que no se veía, decía, que eran nuestros actos los que impedían que se apagara.
Y cuando creías necesitarlo, desaparecía.

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